Por: Raúl J. Boucchechter N.
Los fascistas contaron siempre con el apoyo de la televisión privada |
El golpe de Estado encabezado por Pedro Carmona Estanga, en menos de 48 horas, mostró una faz ultra-conservadora; sin lugar a dudas que los venezolanos vimos en el poder, quizás por primera vez, el comienzo de una dictadura de derecha que en el breve período de su existencia llevó a cabo más de 1000 allanamientos en todo el país, arrestó a ciento de personas violando sus más elementales derechos y garantía ciudadanas, arremetió contra funcionarios del gobierno de Chávez y mediante decreto eliminó la Asamblea Nacional y todos los demás poderes públicos, así como el nombre constitucionalmente establecido del país: República Bolivariana de Venezuela. Sin embargo, un golpe de esta orientación ideológica tan marcada, no hubiera sido posible sin una base social que lo avalara. Mi opinión es que en Venezuela se ha venido desarrollando en los últimos años, y exacerbado constantemente por los medios de comunicación privados, una mentalidad conservadora, clasista y racista en importantes componentes de la clase media, especialmente entre sus sectores más encumbrados, aunque con repercusiones en otros ámbitos sociales donde ha prendido una falsa conciencia.
No debemos perder de vista que la clase media venezolana, gracias a la renta petrolera, ha disfrutado tradicionalmente de un alto nivel de vida, simultáneamente con poseer una limitada cultura general, y un muy débil nivel de politización, determinado por las condiciones de su entorno. Todo esto la convierte en un sector social profundamente conservador y temeroso de lo que considera un giro del país hacia posturas socializantes, temor que se ve recrudecido por el discurso y las imágenes difundidas por los medios de comunicación privados, especialmente por la televisión.
No debemos perder de vista que la clase media venezolana, gracias a la renta petrolera, ha disfrutado tradicionalmente de un alto nivel de vida, simultáneamente con poseer una limitada cultura general, y un muy débil nivel de politización, determinado por las condiciones de su entorno. Todo esto la convierte en un sector social profundamente conservador y temeroso de lo que considera un giro del país hacia posturas socializantes, temor que se ve recrudecido por el discurso y las imágenes difundidas por los medios de comunicación privados, especialmente por la televisión.
Pensar en lo que pasó, como un hecho superado, es por lo menos, ingenuo. Los factores que posibilitaron el derrocamiento momentáneo del presidente Chávez siguen vigentes y actuando como si nada hubiera ocurrido. Los sectores militares descontentos con el actual régimen aún permanecen en el seno de las fuerzas armadas, la derecha ultraconservadora que se expresó políticamente a través del golpe, puede recomponerse, ganar nuevos bríos y aliarse a los sectores que en un primer momento excluyó. El golpe del 11 es sólo el primer capítulo de una crisis política y social que sólo se resolverá mediante la medición de fuerzas de los sectores en pugna, la imposible reconciliación entre sectores sociales con intereses contrapuestos sólo servirá para ahogar las esperanzas de redención de la inmensa mayoría pobre y silenciosa, tradicionalmente marginada de las decisiones más importantes.
Los hechos no se borrarán de la memoria del pueblo, ya que representan una respuesta contundente al último intento fascista de los grandes empresarios, los generales golpistas y los medios de comunicación bajo la inspiración de Estados Unidos para deponer al presidente Chávez y exterminar el proceso revolucionario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario