sábado, 14 de mayo de 2011

EL AMOR, FUNDAMENTO REVOLUCIONARIO

Por: Antonio Aponte
“Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor”.
El Che resumió en este pensamiento la esencia de la Revolución: el rescate del amor. La Revolución supone amor desbordado y sorprendente. Lo que asombra, lo que marca a una Revolución, es su amor.
Los que nunca habían sido amados, los siempre preteridos, salen de la penumbra y sienten sobre sus vidas los mantos maravillosos del afecto mutuo. Los miserables se unen en la redención que todos construyen, los ojos adquieren un brillo desconocido, las calles se llenan de hermanos, los náufragos regresan a tierra firme, la soledad se esfuma en la fraternidad restituida. Con la Revolución nadie está desamparado, siempre encontrará la mano amorosa de la nueva sociedad.

Siempre así fue, una lucha feroz entre el odio del explotador, racista, elitesco, egoísta, y el amor que libra de la opresión. Decía Martí: “por Dios que esta es guerra legítima, la última acaso esencial y definitiva que han de librar los hombres: la guerra contra el odio”. Es así desde Cristo, que comprendió que el camino al cielo estaba en el “Amaos los unos a los otros”. Toda Revolución auténtica ha estado signada por el amor, este se resume entre el líder y la masa.

Cuando la Revolución se aparta del amor se desdibuja. Así, la fortaleza de la Revolución Bolivariana reside en su capacidad de amar. Veamos.

Nace en una acción única de desprendimiento, de entrega a los humildes, de correr todos los riesgos por el bien del prójimo, eso fue el 4 de febrero.

El amor revolucionario se afirma en las Misiones, con ellas se selló el compromiso amoroso. Las Misiones educativas devolvieron al pueblo su estima mancillada por siglos de opresión, aprender a leer, a estudiar, fue rescatarlos de la prehistoria.

La Misión de Salud fue una gesta de amor como pocas en el mundo: unos próceres, los médicos cubanos, se adentraron a la jungla de los barrios, rompieron paradigmas, fueron adoptados por los humildes, y allí sucedió el milagro revolucionario: floreció el amor, el encuentro de todos en búsqueda del bien de todos. Comenzó la verdadera sanación de la sociedad.

Los humildes redimidos se reconocieron poderosos, queridos, el gobierno volvía a ser de ellos, era hora de emprender la marcha, un nuevo mundo los esperaba.

Entonces la batalla entre el odio y el amor recrudeció, los mecanismos de engaño de los odiadores comenzaron a girar, los miedos paralizantes fueron activados y los cándidos fueron al lado de sus verdugos.

Es hora de recuperarlos, y eso sólo se puede hacer con amor, con sentimiento. Se engañan los que intentan amor con recompensa material, él es propio del espíritu, es allí donde se debe ir a buscar.
Los capitalistas sólo entienden de tener, de atesorar, están imposibilitados para llegar a la fibra más noble del pueblo, al amor, esa es su principal debilidad y la principal fortaleza de la Revolución, es allí donde debemos plantear la batalla definitiva. Sólo así venceremos.

¡Con Chávez resteaos!

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